Proliferan casas abandonadas en el centro de Ciudad Victoria

Ciudad Victoria, 27 de junio.-En el primer cuadro de la capital de Tamaulipas aumentan las casas y edificios abandonados, algunos de ellos históricos, que no solo amenazan con desmoronarse, sino que han empezado a representar un foco de inseguridad.
El centro de Ciudad Victoria ha dejado de ser un reflejo vivo de su historia para convertirse en un mapa de estructuras vacías, cubiertas por el polvo del tiempo y el silencio de las autoridades. Antiguas casas y edificios que alguna vez fueron orgullo arquitectónico, ahora yacen con puertas carcomidas, muros agrietados y techos vencidos por el olvido.
El aumento de inmuebles abandonados en los últimos años ha encendido alertas. Estas construcciones con sus ventanas rotas y las bardas colapsadas, representa riesgos reales para la población: accidentes, incendios, vandalismo, y un sentimiento latente de orfandad urbana.
Las autoridades no tienen una partida presupuestal destinada a la rehabilitación de edificios históricos, razón por la que no se han destinado recursos públicos para atender esta herida abierta en el corazón de la capital tamaulipeca.
De los dueños de los edificios poco se sabe, ni sus herederos se han presentado a reclamar o a hacerse cargo de los viejos inmuebles que, si no son derrumbados, el tiempo se encargará de ir tumbándolos.
Los inmuebles catalogados como patrimonio no pueden ser modificados sin autorización, lo que encarece y complica aún más su conservación. Restaurarlos implica respetar su alma original, una exigencia noble pero costosa que solo unos pocos pueden cumplir. El resultado ha sido el abandono sistemático de muchos de ellos, transformando a la ciudad en un museo descuidado y vulnerable.
Un total de 350 casas habitación y edificios históricos han sido identificados como patrimonio cultural. La cifra es contundente, pero más grave aún es la falta de atención que reciben. Son espacios que, aunque cargados de simbolismo y memoria, han sido relegados a la indiferencia institucional y al olvido ciudadano.
Los vecinos del centro caminan entre ruinas familiares. Recuerdan cuando esos edificios albergaban cafés, imprentas, escuelas o salas donde se contaban historias. Hoy, solo queda la nostalgia, agazapada tras muros rotos que esperan, como quien espera en vano, una mano que los rescate del colapso total.