La sabia prudencia de Sheinbaum frente a Trump

CDMX a 20 de enero, 2025 (Noticias de México).- Lejos de lo que han expresado los críticos al gobierno federal, que consideran tibieza política de la presidenta Sheinbaum insistir en esperar a que Trump inicie su administración para ver qué hará realmente éste, frente a dos problemáticas que tienen unidas a ambas naciones hasta el tuétano: los migrantes mexicanos y el narco.

     Y es que las amenazas de Donald Trump, presidente electo y hoy constitucional de los Estados Unidos, de expulsar a cientos de miles de mexicanos migrantes, no sólo ha levantado ámpula entre la población en ambos países, sino que también ha propagado una ola de miedo e incertidumbre.

       Cierto que la mejor manera de responder a los cuestionamientos de qué hacer frente a la expulsión de migrantes mexicanos de EU, como ha anunciado Donald Trump ha sido la respuesta recurrente de Sheinbaum: –Hay que esperar a que eso suceda.

        Y es que, como muchos, la presidenta Sheinbaum sabe que las amenazas no son plan de gobierno, sino bravuconadas de Trump para propagar incertidumbre y refrendar el poderío de la nación norteamericana.

          Toda vez que la ejecución misma de repatriar a migrantes es, en sí misma, poco provechosa para los Estados Unidos; va en detrimento de su economía y de la organización de un país que ha crecido y trabajado con migrantes. Sobre todo, de mexicanos, cuya estimación más amplia contempla 60 millones de mexicanos trabajando en el país del norte.

     Además, se observa la imposibilidad logística del gobierno norteamericano para repatriar ¿a cuántos le gustan, querido lector, un millón o dos millones de migrantes? Eso no lo podría hacer ni en cuatro años de su mandato Donald Trump.

           El caso es que la prudencia de Sheinbaum ha sido mejor, que aflojar un discurso que sólo afectaría a una frágil relación diplomática con el vecino del norte.

        A cambio de ello, la mandataria ha aprovechado para destacar la riqueza que representan los connacionales para la economía estadounidense.

     Si los migrantes mexicanos regresan a nuestro país el 20 por ciento de su ingreso a través de remesas; y eso representa a México una de las principales fuentes de ingreso nacional; imaginen cuánto abonan a la riqueza de Estados Unidos si ahí queda el 80 por ciento del salario de nuestros paisanos.

           Además, la mano de obra eficaz y de bajo costo, de los mexicanos también ha contribuido al desarrollo de la economía de Estados Unidos: un país que, por cierto, se formó de inmigrantes, robó territorio, exterminó a pobladores nativos; y actualmente envía armas de alto poder a los grupos criminales que operan en México.

       Esperemos pues, como refiere la presidenta Sheinbaum, a que inicie el mandato de Donald Trump y veremos cómo abordará el problema de la migración y la venta y consumo de fentanilo en Estados Unidos, cuya historia de drogadicción inicia antes del afianzamiento del narcotráfico en México. Inició con la venta indiscriminada de fármacos que causan dependencia al fentanilo desde los años 70 del siglo pasado.

En fin, que este lunes asume la presidencia del país más poderoso del mundo el magnate Donald Trump, en medio de un nuevo orden mundial, en que el resurgimiento de economías boyantes como la de China y Rusia se alinean para hacer contrapesos, al menos en el ámbito comercial.

       Sobre el posible plan para recibir a nuestros paisanos, esperemos que no sea un apoyo económico social, o una raquítica beca. Porque si no alcanza para solventar gastos a los beneficiarios hoy, menos aún a los paisanos que ya no sobreviven con 1-5 dólares diarios.

         Sería bueno que se implementarán centros de trabajo organizados por los migrantes para que realicen en México lo que han aprendido en Estados Unidos, desde la tecnificación, planeación, fabricación en general y las finanzas; para emular, a través de los connacionales repatriados, el esquema de trabajo de los norteamericanos, que, sin duda, es eficiente, efectivo y eficaz para generar riqueza y bienestar social.

          Y claro que así es, de lo contrario, no habría cientos de miles de inmigrantes esperando en las fronteras para pasar a Estados Unidos y establecerse ahí, a pesar de todos los pesares.

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