La niña del Congreso”: IETAM sanciona a Manuel Muñoz por violencia política, pero el debate sigue en la calle

El Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM) ratificó la sanción contra Manuel Muñoz Cano, dirigente estatal del Partido Verde Ecologista de México, por ejercer violencia política de género contra la diputada local Katalyna Méndez Cepeda. La resolución incluye una multa económica y su inscripción en el Registro Nacional de Personas Sancionadas, lo que lo inhabilita para contender por cargos públicos durante los próximos ocho meses.
La sanción deriva de una entrevista difundida el 4 de septiembre, en la que Muñoz Cano se refirió a la legisladora como “la niña que está en el Congreso”. La frase, aparentemente coloquial, detonó una denuncia formal, una respuesta institucional y un debate público que aún no se apaga.
En redes sociales y conversaciones cotidianas, muchos ciudadanos han expresado su inconformidad. No por defender al dirigente sancionado, sino por sentir que el castigo fue desproporcionado. “Ahora ya no se puede decir ‘niña’ sin que te multen”, se escucha en cafeterías, pasillos y grupos de WhatsApp. El miedo no es a la violencia, sino a la ambigüedad del lenguaje.
Pero el IETAM fue claro: la expresión no fue inocente. “El periodo mínimo de seis meses se agrava en un 20 por ciento por tratarse de un dirigente de partido, para caer en ocho meses justamente”, explicó Juan José Ramos Charre, presidente del organismo. La sanción, aunque considerada “leve” en términos económicos, tiene implicaciones políticas profundas.
Durante la sesión de la Diputación Permanente del 11 de septiembre, Méndez Cepeda respondió con firmeza: “No soy ninguna niña que anda corriendo por los pasillos de este Congreso; soy una mujer, madre de familia, y estoy aquí trabajando como diputada local gracias a casi 50 mil personas que votaron por mí”.
La resolución marca un precedente en Tamaulipas. No solo por la sanción, sino por lo que revela: que el lenguaje sigue siendo una trinchera de poder. Que nombrar también es violentar. Y que detrás de cada “niña” dicha con desdén, hay una historia de invisibilización que ya no será tolerada.
La pregunta que queda en el aire es incómoda: ¿hasta dónde llega la libertad de expresión, y dónde empieza la violencia simbólica? ¿Puede una palabra desatar una sanción, una inhabilitación, un debate nacional?
El IETAM respondió con ley. La calle, con ironía. Y en medio, la dignidad de las mujeres, o de una parte de ellas, que ya no están dispuestas a que las llamen niñas.