Entre planos y silencios: Moshé Marduk y el pilar del medio del espiritismo

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En un rincón donde la espiritualidad no se reduce a dogmas ni a espectáculos, Moshé Marduk, reconocido mago ceremonial en el sur del Estado  abre un portal distinto: el del equilibrio. Practicante del espiritismo desde hace más de dos décadas, Moshé no se define como brujo, sino como alguien que ha buscado el conocimiento para comprender lo invisible sin lucrar con el dolor ajeno. En esta conversación, nos guía por los fundamentos, riesgos y rituales del espiritismo, una práctica que, según él, no es ni blanca ni negra, sino un camino de conciencia entre la luz y la sombra.

 

El espiritismo como equilibrio

 

“El espiritismo es el contacto con seres que ya no están con nosotros, pero que habitan otro plano”, explica. Para él, no se trata solo de una práctica, sino de una formación, un estilo de vida que implica reconocer que somos cuerpo, alma y espíritu. “El espiritismo es el pilar del medio”, dice, en referencia a una visión simbólica que distingue entre la “mano derecha” —asociada a las enseñanzas religiosas tradicionales— y la “mano izquierda”, vinculada a prácticas como la brujería o la santería. “El pilar del medio es equilibrio. En ti y en mí hay dualidad. No se trata de negar la oscuridad, sino de integrarla con conciencia.”

Contacto con el más allá: señales y discernimiento

Marduk ha vivido experiencias que, asegura, no pueden explicarse como sugestión. “Cuando un ser se manifiesta, cambia todo: el ambiente, los colores, los olores. Dejas de ser tú. No recuerdas nada, pero los que están contigo sí. Ellos te dicen lo que dijiste, lo que hiciste. Y ahí sabes que algo descendió: un ancestro, una deidad, un ángel, incluso un demonio, que no necesariamente es algo malo”.

Pero también advierte: no todo lo que se manifiesta es lo que dice ser. “Hay que tener cuidado con la mala corriente. A veces no es un ser querido, sino una energía que va pasando y se cuela. Por eso nunca hay que hacer una sesión solo. Siempre debe haber alguien que sepa contener lo que pueda manifestarse.”

Preparación, ritual y protección

Una sesión espiritista no es un juego. Requiere preparación física, energética y espiritual. Moshé recomienda ayunar parcialmente, hacer oraciones en horarios específicos —medianoche, tres y cinco de la mañana— y armonizar el espacio con elementos como incienso, hierbas secas, copal, agua, vino y objetos metálicos que ayuden a “anclarse” a esta realidad.

La música también cumple un papel esencial. “Uso mantras tibetanos, oraciones en lenguas antiguas, música nativa americana. Todo eso relaja, armoniza, abre el canal. El silencio también es importante, pero depende del tipo de trabajo que se va a hacer”.

En cuanto a la protección, Moshé es claro: “Puedes traer mil colgantes, pero la verdadera protección es morir al ego. Convertirte en tu propia protección. Hay quienes usamos anillos de acero, pulseras que se rompen si alguien quiere hacerte daño, o botellas de bruja para proteger a la familia. Pero lo esencial es el equilibrio interior”.

Contra el engaño: el dolor no se cobra

Uno de los momentos más duros de la entrevista llega cuando el mago ceremonial habla de los charlatanes. “He estado en muchas sesiones falsas. Gente que sí tiene conocimiento, pero lo usa mal. Te mandan fotos falsas, te cobran carísimo, te venden miedo. Y la gente, por temor, paga. Pero eso no es espiritualidad, es negocio”.

Relata una anécdota personal: “Una vez pedí una lectura por internet. Me dijeron que tenía cuatro hijos —no tengo ninguno—, que vivía con alguien —vivo solo—, y que pronto tendría un hijo —cuando médicamente no es posible. Me dio risa, pero también tristeza. Porque hay gente que sí cree, que sí sufre, y se aprovechan de eso”.

Para él, la clave está en la preparación y el discernimiento. “No dudo que muchos tengan conocimiento, pero hay que estudiar, leer, prepararse. No se trata de jugar al que sabe. La tristeza, el bajón, la desesperación… todo eso te vuelve vulnerable. Por eso hay que investigar, preguntar, no creer todo lo que se ve en las películas”.

Halloween, miedo y memoria

Sobre el Halloween, Moshé lo reivindica como una tradición ancestral. “Viene de los celtas, del calendario lunar. Es una forma de honrar a los difuntos. El miedo a lo espiritual es mental, viene de lo desconocido. Pero no hay que temer. Todo es energía, y la energía se puede controlar”.

El altar como puente entre mundos

Más allá de la sesión espiritista, Moshé Marduk  reivindica el acto de montar un altar como gesto íntimo y poderoso. “No hace falta ser médium para honrar a los que ya no están”, dice. Un altar con objetos significativos, aromas, fotografías y luz puede convertirse en un puente entre planos, un espacio donde el recuerdo se transforma en presencia. “Es ahí donde el miedo se disuelve”, afirma, “porque el amor también es energía, y esa nunca se va”.

Reitera su recomendación de montar altares en casa, acercarse a personas con conocimiento, y sobre todo, no perder el respeto. “No todo lo espiritual es oscuro, pero tampoco todo lo que brilla es luz. El equilibrio es la clave. Y el respeto, la base”.

Lo invisible como memoria

La voz de Moshé Marduk no busca convencer, sino compartir. En sus palabras hay técnica, pero también ternura. Hay advertencia, pero también esperanza. En un mundo donde lo espiritual se comercializa y se banaliza, él propone volver al respeto, al estudio, al silencio. Porque entre lo visible y lo invisible, entre lo que se dice y lo que se siente, hay una línea delgada que no se cruza con espectáculo, sino con memoria. Y en esa memoria, dice, “los que se fueron nunca se han ido”.

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