El arte político: entre el amor y el odio

En el complicado escenario político, que se vive en Tamaulipas, surge una analogía digna de análisis, la máxima atribuida a Maquiavelo resuena con fuerza: “más vale ser amado que temido, o si no se puede lograr ambas cosas, al menos ser temido y no odiado.

Este principio, extraído de su obra maestra “El Príncipe”, establece un dilema decisivo para los líderes, estrategas políticos, así como políticos que buscan cargo de elección popular, y/o quienes ya ocupan funciones dentro del servicio público y aspiran a más: la elección entre cultivar el afecto del pueblo o imponer el miedo como herramienta de control.

Como punto referente preferencial, deben tener cuenta los asesores del marketing político o estrategas que juegan conocerle al tema del cabildeo, no deben perder de vista que la generosidad calculada a la que Maquiavelo aconseja por una parte la generosidad, pero de manera estratégica. Puesto que, al distribuir beneficios de manera selectiva, mostrar compasión cuando sea conveniente y demostrar preocupación genuina por el bienestar del pueblo son tácticas eficaces para ganar afecto.

No obstante, en caso contrario la cautela en la crueldad, ahí se advierte sobre el peligro de ser percibido como cruel. Aunque la crueldad puede infundir temor, debe ser aplicada con prudencia para evitar la animadversión generalizada. Ya que hay que considerar que la crueldad sin propósito puede desencadenar rechazo.

Por otro lado, en lo que parecen confundir los asesores políticos actuales es que la elocuencia persuasiva debe están enfocada con la medida poco tradicional en la que por años se ha manejado. Es decir, el arte de la persuasión es esencial. Comunicarse con elocuencia, ser convincente en la retórica y presentar ideas de manera atractiva contribuyen a construir una imagen positiva. De aquí que el discurso político debe apelar a las emociones y aspiraciones del pueblo, y ser de la forma más empática posible sin caer en la exageración, vaya que comunique credibilidad absoluta con discurso emotivo y no hueco, y sin eco que cimbre en los sentimientos y pensamientos de los ciudadanos.

Aunque es imperante que tomar acuerdo mediante alianzas estratégicas es fundamental, ya que al forjar alianzas con sectores clave de la sociedad refuerza la posición del líder.

Dicho de otro modo, el establecer conexiones con líderes de opinión, grupos influyentes y figuras respetadas fortalece la base de apoyo y contribuye a una imagen positiva.

Lo anterior, abre camino a evitar el odio y generar las estrategias para no ser odiado puesto que al evitar la impredecibilidad frena a la inconsistencia, ya que esto generan desconfianza se el político es muy constante en ello.

De ahí que un líder o estratega políticos debe mantener una dirección coherente y predecible, evitando cambios bruscos que puedan desconcertar a la población.

En este sentido, y ordenamiento de ideas para encaminar una eficiente política de campaña es el no desperdiciar recursos en caprichos personales, porque hay que recordar que la política es una ciencia, pero muchos pareciera que es como jugar a los datos o que es cuestiones de azar cuando todo tiene una secuencia que el punto final es la consecuencia de logar generar el consenso y ser amado por el electorado y de esta manera poder llegar bien librado en las urnas.

No hay que perder de vista, lo que ya el célebre escritor Maquiavelo advierte contra el despilfarro de recursos en lujos personales. Puesto que un líder que utiliza los recursos del estado de manera imprudente puede despertar la indignación y el rechazo de la población.

Pues, ahora bien, resulta fundamental el no ignorar las necesidades básicas de la sociedad, ya que al descuidar al pueblo puede resultar en resentimiento.

El buen consejo para el político con aspiración a cargo de elección popular es que tiene que recordar que un líder sabio prioriza el bienestar de la sociedad, asegurando que las demandas fundamentales, como la seguridad y el sustento, sean atendidas de manera efectiva.

Tomando como punto de partida, lo antes mencionado tiene el político a contender algún cargo de elección popular evitar la soberbia desmesurada, ya que la arrogancia excesiva aliena a la población. Y es entonces en el que el líder que se percibe a sí mismo como invulnerable y por encima de la ley puede provocar hostilidad entre la sociedad. De aquí el consejo de ser sencillo lo más que se pueda, mantener la humildad y la conexión con la realidad es crucial.

Como puede haberse darnos cuenta, se lee muy sencillo y cualquiera puede decir que puede poner en práctica ciertos consejos, pero la política es una ciencia, que debe ser bien estudiada pero bien aplicada en el terreno de juego porque una elección no se gana con encuestas se gana en el terreno de juego, a piso firme en las decisiones del electorado cuando busca quien los represente.

Mientras en el complejo ajedrez político, la habilidad para equilibrar el amor y el temor se vuelve esencial. Un líder político hábil comprende que la percepción pública es su activo más valioso, y cultivar el afecto del pueblo puede ser la pieza clave para asegurar una base de apoyo sólida y duradera.

Por lo que podríamos decir que, el arte de gobernar radica en encontrar la medida justa entre ser amado y ser temido, evitando caer en los abismos del odio que pueden amenazar la estabilidad y el poder.

Para quienes deseen que pueda contribuir en sus aspiraciones en fortalecer su imagen y por el bien de la sociedad en general no duden en contactarme.

Nos vemos en la próxima entrega mi correo electrónico es: [email protected]

 

* El Autor es Master en Ciencias Administrativas con especialidad en relaciones industriales, Licenciando en Administración de Empresas, Licenciado en Seguridad Pública, Terapeuta en Terapia Regresiva Reconstructiva, Periodista investigador independiente y catedrático sabatino.

 

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