Maki Ortiz: De Chihuahua para Gobernar… ¿Tamaulipas?

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Hay ambiciones grandes, ambiciones desmedidas… y luego está la de Maki Ortiz Domínguez, quien llegó desde Chihuahua con una sola misión: instalarse en Tamaulipas como si este estado fuera una franquicia disponible para quien quiera explotar el poder público.
Porque no hay que perderlo de vista: Maki Ortiz no es tamaulipeca. No nació aquí, no creció aquí y no construyó desde cero una trayectoria al servicio de esta tierra. Llegó desde Chihuahua, cómodamente arropada por el PAN, y desde entonces ha actuado como si Reynosa fuera un botín político más que una comunidad con identidad propia.
Su paso por la alcaldía es ejemplo de esto. No sólo se aferró a la presidencia municipal durante dos periodos, sino que la convirtió en un negocio familiar, heredando el puesto a su hijo, Carlos Peña Ortiz. Un caso que muchos en Reynosa califican de dinastía improvisada, armada sin pudor y sin respeto por la pluralidad política del municipio.
Pero si algo sorprende es la desfachatez de su nueva aspiración: quiere ser gobernadora de Tamaulipas.
Sí, desde Chihuahua para Tamaulipas.
Como si fuera lo más normal del mundo.
Como si las y los tamaulipecos no existieran.
Como si aquí no hubiera liderazgos propios, talento propio, raíces propias.
Su caso recuerda inevitablemente al de Rocío Nahle en Veracruz: otra figura nacida fuera que logró hacerse del poder local pese al rechazo evidente. ¿Busca Maki repetir la fórmula? ¿Cree que Tamaulipas es un terreno huérfano donde cualquiera puede llegar a reclamar mando?
Porque las urnas ya hablaron: los tamaulipecos no la quieren. Su candidatura al Senado quedó hundida en un tercer lugar humillante. Ni ella ni su compañero de fórmula convencieron a nadie. Y sin embargo, como experta en sobrevivir políticamente, terminó llegando al Senado por la puerta lateral, no por la principal.
Pero su ambición no tiene freno.
Ni límites geográficos.
Ni arraigo real.
La pregunta que forma eco entre la ciudadanía es simple: ¿Qué hace una chihuahuense queriendo gobernar Tamaulipas?
Y la respuesta, por desgracia, es igual de simple:
Porque puede… o porque cree que puede.
Lo que falta saber es si el pueblo tamaulipeco permitirá que alguien que no es de aquí, y que no cuenta con su respaldo, decida el destino del estado desde la comodidad de una ambición personal.
Hasta la próxima.
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